ROBERT SCHUMANN - CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA OP. 54
Robert Schumann seguía la tendencia de Beethoven en el sentido de alejarse del virtuosismo vacío.
Tal como lo escribió una vez: "Mi concierto es un término medio entre una sinfonía, un concierto y una sonata enorme. He descubierto que no puedo escribir un concierto para los virtuosos".
Schumann destinó al solista una sola cadenza, en el primer movimiento, y la escribió por entero, probablemente para evitar la introducción de una improvisación exhibicionista por parte del solista.
Esta cadenza suena más como la parte de una sonata para piano que como una pieza de demostración.
Las cualidades que actualmente nos hacen apreciar la obra son exactamente las mismas cosas que más se criticaron cuando la pieza era joven: la mezcla democrática del piano y de la orquesta y la intencional ausencia de virtuosismo.
No es de sorprender que el concierto no fuera recibido favorablemente.
Después del estreno un crítico describió los "esfuerzos dignos de elogio por parte de la señora de Schumann para hacer que la curiosa rapsodia de su marido pasara por música".
Liszt lo llamó "Un concierto sin piano".
Guiada por su marido, Clara Schumann gradualmente se inclinó hacia la música más sustancial y menos virtuosa.
Como siguió interpretando el concierto con mayor convicción y entendimiento del mismo, éste poco a poco ganó la aceptación del público.
Después de una presentación en Praga en 1847, Clara Schumann escribió:
"El concierto de Robert produjo un placer extraordinario. Me desempeñé muy bien en él. La orquesta acompañó y Robert dirigió con amor. Y le pidieron que saliera a saludar. Esto me divirtió mucho porque mientras el público no paraba de aclamarle, casi tuve que empujarle al escenario, y el modo en que él actuaba era muy gracioso".
Si el concierto no contiene viruosismo y no crea un conflicto dramático entre el solista y la orquesta ¿donde está su atractivo?: El concierto de Schumann posee un lirismo arrollador lo que impulsa la música hacia delante.
EDVARD GRIEG - CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA OP. 16
Uno de los puntos más fuertes del concierto para piano y orquesta de Grieg reside en la belleza de sus temas.
El intento del compositor de desarrollarlos de acuerdo a los principios de la sonata le acarreó considerables dificultades.
Le resultó de ayuda modelar el primer movimiento en base a una obra existente, el Concierto para Piano de Robert Schumann, también en La menor.
Además Grieg, nunca satisfecho por completo con su concierto, continuó revisándolo hasta el último año de su vida, a pesar de las frecuentes presentaciones del mismo.
Grieg luchó con la orquestación incluso más que con la estructura y logró producir una versión definitiva alrededor de 40 años después de haber terminado el concierto por primera vez.
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