En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
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Arthur Schopenhauer (1788-1860)

martes, 23 de junio de 2009

La Sinfonía del Nuevo Mundo

Jeanette M. Thurber (foto al lado izquierdo), esposa de un rico propietario de almacenes mayoristas de Nueva York, tenía un sueño.

Quería fomentar la existencia de un estilo norteamericano para la composición de la música.

Su primer paso fue fundar el Conservatorio Nacional de Música de 1885. En un principio la escuela no logró atraer ni mucha atención ni muchos estudiantes de talento.

La señora Thurber, sintiendo que requería una iniciativa de importancia para llevar a cabo su sueño, decidió nombrar como docente del Conservatorio a uno de los grandes compositores del mundo.

Como Antonín Dvorak era considerado por muchos como el segundo después de Johannes Brahms, entre los compositores vivos de aquel entonces, la señora Thurber le invitó a convertirse en director de la escuela.

Al principio el mostro poco interés, pero las garantías repetidas en el sentido de que su música era conocida y respetada en América empezaron a influir sobre él para que cambiara de opinión, tal como lo hizo también un contrato sumamente atractivo: 15.000 dólares al año, 25 veces el salario que Dvorak estaba ganando en el Conservatorio de Praga.

A pesar de la nostalgia que sentía de vez en cuando, Dvorak disfrutó de su estancia en Estados Unidos.

Descubrió que el nivel de ejecución profesional allí era alto, aunque se sintió desilusionado por la calidad de la orquesta del Conservatorio.

Sin embargo fueron varios de sus estudiantes de composición quienes le impresionaron.

La Sinfonía del Nuevo Mundo, fue un gesto de respeto por la música norteamericana nativa y por el espíritu norteamericano por parte de un europeo grande y generoso.

Antonin Dvorak enfatizó su admiración por esta música de la siguiente manera: “Estos temas bellos y variados son el producto de la tierra. Son norteamericanos. Son a ellos. En las melodías negras de Norteamérica encuentro todo lo necesario para producir una escuela de música grande y noble."

El público norteamericano apreció el amor de Dvorak por su música nativa.

El hecho de que la identidad nacional de Estados Unidos en la música de fines del siglo XIX esté más ligada a la Sinfonía del Nuevo Mundo que a la música compuesta por norteamericanos o a la música folclórica misma, simplemente muestran cuán ligados estuvieron a su origen europeo.

En términos puramente musicales la Sinfonía del Nuevo Mundo merece sin duda la popularidad que logró en Estados Unidos, sus éxitos iniciales sirvieron para subrayar la naturalidad cultural de Norteamérica en el siglo XIX.

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