A los contemporáneos de Mendelssohn la noción de canciones sin palabras les pareció paradójico. Sin palabras ¿Cómo puede haber canción?.
Sin embargo, lo que había logrado Mendelssohn fue exactamente lo que su título sugiere, la música en su estado más puro y de forma más simple, que expresa su propio sentido musical, impregnada de sentimiento, pero sin connotación verbal.
Al mismo tiempo piezas cortas para piano de este tipo siempre encontraban dentro del público, aficionados y fue bien recibida por los editores, aunque esto puede haber sido ajeno a la finalidad de los compositores.
Como compositor, Mendelssohn poseía un perfecto dominio de la técnica de los recursos puestos a su disposición y fue siempre capaz de escribir buena música, apta y es notable la manera en que logra sus efectos.
La serie de “Canciones sin palabras” que Mendelssohn escribió y publicó desde 1830 en adelante sirvió como una historia musical muy personal en la que el compositor expresa de manera precisa las ideas musicales que, alegaba, no tienen equivalente verbal.
Se dejó para luego sugerir a los editores títulos de las piezas, un procedimiento que el mismo Mendelssohn lamentó.
Mendelssohn publicó su primera colección de canciones sin palabras en Londres en 1830, pero bajo el título de melodías para el Pianoforte.
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