La manera en que escuchamos la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky sin duda alguna está influenciada por su subtítulo, “Patética”.
Parece no tener importancia el hecho de que, en un primer momento, el compositor deseara denominarla Sinfonía Programática (aunque se negó a divulgar la naturaleza del programa) y tampoco importa que haya deseado que se le quitara el título de Patética después del estreno.
Hoy en día conocemos la obra como “La Patética” y tampoco hay manera de negar las connotaciones que nos trae la palabra.
En realidad, el título fue sugerido por el hermano del compositor, Modesto, que al principio propuso “Trágica”, nombre que Tchaikovsky rechazó.
La palabra rusa que utilizó Modesto, fue: patetichesky, que significa más “Apasionado” o “Emocional” que “patético” o “lamentable”.
De acuerdo con el biógrafo de Tchaikovsky, John Warrack, en el término ruso hay una insinuación de la idea de sufrimiento, de manera que “la obra es la sinfonía de Tchaikovsky sobre el sufrimiento emocional”.
El compositor era de carácter depresivo. Mientras trabajaba en la sinfonía, contrariamente a lo que se podría esperar, no estaba de humor sombrío.
Le escribió a su amigo Bob Davidov: “No puedes imaginarte la felicidad que es saber que mi tiempo todavía no ha pasado y que sigo siendo capaz de trabajar”.
Tchaikovsky creía que “La Patética” era su mejor composición.
La Sinfonía Patética parece ser una expresión de la naturaleza hipersensible de Tchaikovsky.
Probablemente es por eso que optó por no revelar el programa de la misma. Pero no es muy complicado seguir los estados emocionales retratados en esta música.
El adagio final es un relato casi nervioso de “sufrimiento emocional”, pero el lúgubre primer movimiento, con su segundo tema agridulce, así como los ritmos asimetricos del vals y la forzada alegría de la marcha, no logran ocultar el fondo trágico de toda la obra.
El lenguaje de Tchaikovsky es inmediato, carente de sutileza y en ninguna otra obra su emocionalismo es más personal que en la Patética.
Su sentimentalismo era sintomático de su era. Actualmente, los excesos del arte romántico tardío pueden ser apreciados en su contexto histórico.
El desborde de esta música, especialmente en su último movimiento, hoy nos resulta tolerable porque no parece retratar la desesperación humana más profunda posible.
Aunque la intención del compositor haya sido la descripción de la gran tragedia, la música misma no intenta alcanzar semejantes alturas.
Es efusiva, poco sutil, impulsiva y, sin embargo, es inmediata y espontánea; es en una palabra, humana.
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