"Sigo siendo, a pesar de todo, justo lo que yo era, un simple músico de Bohemia" Así Antonín Dvorak, pronunciaba una vez estas palabras, demostrando a sí mismo ser no sólo un maestro de la música, sino también de la subestimación.
Es cierto que mientras Dvorak vivió, se notaban sus raíces en la música de su nativa de Bohemia, y se benefició de ello: en muchas de sus obras populares o derivados del folclór, estos elementos de inmediato pueden ser escuchados.
Pero también es cierto que, junto con Smetana y Janacek, Dvorak es uno de los tres más grandes compositores de toda la historia de la música en República Checa, que ha producido muchos instrumentistas excelentes, pero pocos compositores destacados-y seguramente un "simple músico de Bohemia" podría no figurar entre los pocos.
Antonín Dvôrak no tenía fácil su camino a convertirse en un famoso artista.
Cuando en 1861, a la edad de 20, con la etiqueta de su Quinteto de cuerda en La menor "Opus 1", sólo sus amigos más cercanos sabían que era un compositor.
¿Pero qué significa ser un "compositor"? Nacido de una familia de posaderos y carniceros, Antonin se formó como organista en contra de los deseos de sus padres, recibió una formación conservadora que no exactamente lo puso en contacto con los últimos logros musicales.
En su juventud Dvorak no contaba con recursos económicos, y se ganaba la vida tocando la viola de alguna manera en una orquesta, pero no podía permitirse el lujo de pagar por más experiencia y composición trabajando duro y enseñándose a sí mismo en secreto, por así decirlo, durante sus horas libres.
Los resultados son inmediatamente perceptibles en sus obras de este período.
El oyente que, al escuchar el Quinteto en La menor, se acuerda de Mozart, Haydn y Beethoven va por buen camino; se debió a obras de estos tres compositores clásicos que Dvorak asimilo durante sus estudios privados en aquel momento.
Dieciocho años despues, el éxito de Dvorak rápidamente creció a tal punto que su capacidad se incrementó al máximo.
El compositor tenía un sinfín de actividades y las diversas comisiones en caso de compromisos como director invitado, muy a menudo con muchos viajes largos.
Dvorak encontró una solución elegante, que le ofreció paz y aún el exigente mundo de la música con obras nunca antes se habían escuchado: durante dos años había revisado, principalmente composiciones que habían "dormido en su maleta y querían ver la luz".
Una de las piezas de fue el Cuarteto de Cuerdas en Sol mayor, op. 18, que apareció en 1888 como Op.77 en forma ligeramente revisada.
El hecho de que en realidad fue escrito en una fecha anterior explica la ausencia casi total de elementos folclóricos.
Sin embargo, tiene un encanto propio, gracias a su simple mezcla de disfrute musical y profunda expresividad, su fresca vitalidad, forma sencilla y excelente sonido.
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