Los primeros intentos por consolidar un lenguaje musical con características propias del Paraguay, se manifiestan en el campo de la música sinfónica, a partir de 1910 con obras como el “Capricho Paraguayo” de Nicolino Pellegrini, la “Serenata Guaraní” de Fernando Centurión y otras creaciones menos relevantes.
En la siguiente década, en el seno de la Banda de la Policía de la ciudad de Asunción, constituida en el principal centro de formación y difusión de la música, inician sus históricas experiencias creadores como José Asunción Flores, Emilio Bigi, Francisco Alvarenga y otros.
Las más destacadas creaciones se dan a partir de 1940 con la aparición de obras sinfónicas de grandes proporciones, que coinciden con la creación de la Orquesta Sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay y luego, a partir de 1957 de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción, aunque paradójicamente la mayoría de estas composiciones fueron estrenadas por otras agrupaciones fuera del Paraguay.
A partir de mediados de la década del setenta ingresa a la escena sinfónica Florentín Giménez, autor de una decena de sinfonías, conciertos, poemas sinfónicos y ópera.
Hace más de una década surgió una nueva generación de jóvenes compositores que ha orientado su producción más bien hacia horizontes del lenguaje contemporáneo universal, sobreviviendo los antiguos aires del Paraguay con la fuerza de su expresión local.
La primera referencia acerca de la existencia de orquestas en el Paraguay data del año 1545, con la formación de un grupo musical integrado por los españoles Juan de Xara, Gregorio de Acosta y otros.
Luego de este período se destacan las experiencias de los Jesuitas, quienes organizaron orquestas y coros conformados por indígenas en las célebres reducciones, y que alcanzaron niveles extraordinarios.
En tiempos de la Independencia del Paraguay (de 1811 en adelante) florecieron los conjuntos musicales populares, que entonaban los primeros aires con bandas de música impulsadas principalmente por instituciones militares.
A mediados de la década de 1850, el gobierno de Don Carlos López, contrata con rango de ministro, al músico francés Francisco Sauvageot de Dupuis, para la creación de escuelas y bandas de música, llegando en pocos años a consolidar unas treinta agrupaciones.
Esporádicamente se conformaban grupos orquestales para actuar junto a compañías de Zarzuelas españolas y óperas italianas que visitaban el Paraguay hacia fines del siglo XIX.
Con el paso de los años se organizaban agrupaciones orquestales de menores dimensiones, y también de efímera existencia con el apoyo de entidades culturales como el instituto Paraguayo, el Gimnasio Paraguayo con la dirección de Nicolino Pellegrini, Fernando Centurión y otros.
Luego de numerosos intentos de la Asociación de Músicos del Paraguay creó la Orquesta Folclórica, convertida luego a partir de 1950 en la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA).
Su primer director fue Remberto Giménez hasta 1973, luego Florentín Giménez hasta 1990 y actualmente bajo la dirección de Luis Szarán.
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