En Londres, los editores clamaban por tríos para piano, y Haydn había encontrado tiempo en su apretada agenda, para componer once obras entre 1792 y 1795.
Existen evidencias que demuestran que los cuatro tríos finales para piano, también fueron compuestos al menos parcialmente, tomando en cuenta a los editores británicos, aunque Haydn también los había vendido a editores continentales.
Todo el conjunto de los tríos para piano de Haydn, es una brillante, ingeniosa y conmovedora despedida a un género que parece haber alentado al compositor a pintar con su más comprometido pincel.
Tal vez es innecesario insistir en que Haydn consideraba, y con derecho todos estos últimos tríos como "Sonatas para piano forte con acompañamiento de un violín y un violonchelo".
Las partes destinadas a las cuerdas son buenas, destinadas a los aficionados, pero la parte del piano fue escrita para un gran intérprete.
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