En el año 1886 terminó una era artística para Saint-Säens (1835-1921) . Dirigió el estreno de la composición que estaba destinada a ser su último esfuerzo en el género sinfónico: Su tercera Sinfonía.
En sus restantes 35 años de vida, compuso solamente unas pocas obras orquestales de música de fondo (además de varias obras para solista con orquesta).
En cambio, volvió su atención al teatro, escribiendo siete óperas, un ballet y música para siete obras.
La tercera sinfonía (en realidad era la quinta del compositor, puesto que dos obras de su juventud jamás fueron numeradas) en muchos aspectos es conservadora.
Se retrotrae a las sinfonías heroicas de Beethoven y, sin embargo, prácticamente ignora los nuevos sonidos wagnerianos que tanto entusiasmaban a los compositores César Franck y Vincent D’Indy.
Cuando Saint-Säens subió al podio para dirigir la sinfonía, el compositor Charles Gounod dijo con no poco sarcasmo: ¡Aquí está el Beethoven de Francia!
La sinfonía con Órgano se escuchó por primera vez en Londres. Había sido escrita para la Filarmónica de esa ciudad, que se las arregló para conseguirla sin pagar nada por ella.
Saint-Säens había sido invitado a presentarse como director invitado y como solista de piano.
Solicitó una remuneración de cuarenta libras.
La Filarmónica respondió que era una organización sin fines de lucro con fondos limitados.
Se le ofreció a Saint-Säens un pago más el honor de escribir una sinfonía para la ocasión.
Sabiendo que la orquesta era prestigiosa, y que, además era grande, el compositor se mostró de acuerdo.
Le dedicó la sinfonía a Franz Liszt, que murió poco después del estreno.
El estilo de orquestación de Liszt resuena en la sinfonía.
En especial Saint-Säens tomó el poema tonal del compositor húngaro, Hunnenschlacht, la idea de incluir un órgano en la orquesta.
La Sinfonía Nº 3 tuvo una espléndida recepción en las premieres en Londres y París, pero aparte de la influencia que tuvo para Franck, su impacto en la música francesa posterior, ha sido escaso.
Saint-Säens comprendió que la Tercera Sinfonía representaba un callejón sin salida. Escribió:
“Ya he dado todo lo que tenía para dar... Lo que ya he hecho no lo volveré a hacer”
Como la sinfonía en re menor de Frank, la tercera sinfonía de Saint-Säens es una obra clásica. Esto significa que ciertos temas importantes reaparecen en diferentes movimientos. Otra fuente de unidad lo constituye el estilo rítmico de la sinfonía.
En muchos lugares puede percibirse una melodía, ya sea a favor o en contra del compás, pero el acompañamiento es a veces ambiguo o hasta inexistente.
La sinfonía contiene muchos tipos de música, proyectando muchos estados de ánimo diferentes.
A veces tiene aire de danza, a veces es íntima y a veces, grandiosa. Es una gran obra romántica de un tipo que ya estaba cayendo en desuso en Francia.
Sin embargo es una manifestación orquestal espectacular y su recuperada popularidad durante el siglo XX se debió principalmente a su capacidad para exhibir lo mejor de una orquesta virtuosa.
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