SONATAS PARA CUERDA - Gioachino Rossini
Gioachino Rossini (1792-1868) escribió las sonatas para cuerda en 1804, cuando solo tenía doce años, para Agostino Triossi, un terrateniente de veintitrés años, amigo suyo, que le había ayudado.
Más tarde declaró que "estaban todas compuestas y copiadas en tres días e interpretadas con crudeza por Triossi al contrabajo, Morini (su primo) como primer violín, el hermano de éste al violonchelo y un segundo violín que tocaba yo mismo. Yo era, a decir verdad, el menos áspero."
También las describió como "horrendas, compuestas por mí cuando era muy joven, cuando ni siquiera había recibido una verdadera lección de bajo" pero está claro que tenía estima por estas obras que se publicaron en Milán alrededor de 1825-1826.
En aquel momento la música de Rossini era conocida en todo el mundo occidental pero sobre todo en París, donde vivía desde el otoño de 1824.
Se esperaba mucho de él y la primera obra que compuso en Francia, la opera Il viaggio a Reims, fue interpretada por primera vez, con el propio Rossini dirigiendo, en las festividades relacionadas con la coronación de Carlos X en la Catedral de Reims en Junio de 1825.
Los clarinetistas de su estreno, Frédéric Berr y Giovanni Battista Gambaro, venían del Teatro Italiano en París, y debieron hacerse notar en el Aria y variaciones para dos clarinetes y orquesta que aparece en la secuencia del ballet, pero no sabemos si Berr trabajó más estrechamente con Rossini en esta ocasión.
De hecho parece poco probable que los dos fuesen amigos.
Dos años después, Berr arregló cinco de las seis sonatas para cuerda que Rossini publicó en Milán, permaneciendo inédita la sexta hasta el siglo XX.
El resultado es un conjunto de deliciosos cuartetos de viento, que conservan el espíritu de los originales de Rossini y siguen siendo un placer para interpretar y escuchar.
CONCIERTO PARA CUERDA EN RE - Gaetano Donizetti
La atracción de Rossini por la música de Haydn y Mozart se remontaba a su aprendizaje de los clásicos en su infancia, y Gaetano Donizetti (1797-1848) también tuvo la suerte de conocer pronto parecido repertorio gracias a su primer profesor, J.S. Mayr.
En su ciudad natal, Bérgamo, Donizetti participaba todas las semanas en reuniones de música de cámara en la mansión de un violinista aficionado llamado Bertoli, el cual a juzgar por sus obras, debió ser tan buen violinista como Triosso fue buen contrabajista: la parte del primer violín del Cuarteto de Donizetti exige, efectivamente, tanto virtuosismo como la parte del contrabajo en la obra de Rossini.
A pesar de su deuda con Mozart y Haydn, esta música es profundamente italiana, divertida, melódica y deliciosa por su virtuosismo.
Apenas hay contrapunto ni argumento musical, con excepción del desarrollo final.
En compensación, la parte del violín tiene un registro más alto que los clásicos vieneses y posee muchos ejemplos sorprendentes de modulaciones.
Esta es una música fresca y radiante.
CONCIERTO EN MI BEMOL PARA OBOE Y CUERDA - Vicenzo Bellini
Vicenzo Bellini (1760-1842), nacido en Sicilia, recibió su formación musical en la capital del reino borbónico, Nápoles y el breve concierto en mi bemol mayor para oboe y cuerda data probablemente de su época de estudiante.
No se trata de una obra profunda, en realidad se acerca a la forma de la “polonesa”, danza que por entonces estaba muy de moda, mucho antes que Chopin apareciera en la escena musical.
Aunque busque tan sólo agradar al intérprete y a su auditorio, anuncia ya, en particular por la gracia de la escritura melódica y la invención de los embellecimientos del instrumento solista, las óperas que pronto iban a brotar de la pluma de Vicenzo Bellini.
Prácticamente se puede considerar al concierto en mi bemol mayor para oboe y cuerda como una especie de “Aria” de concierto, completada por una brillante cabaletta.
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