Los primeros pasos de Charles Gounod (1818-1893) en el mundo de la música estuvieron guiados por su madre, quien fue una excelente pianista.
Desde 1835 fue alumno del Conservatorio de París y cuatro años más tarde, en 1839 le fue concedido el prestigioso “Gran Premio de Roma”, gracias a ello pudo continuar sus estudios en la capital italiana.
Allí descubrió la música de los antiguos maestros polifónicos, en especial la de Palestrina, la cual tuvo una profunda influencia sobre su producción religiosa.
De regreso en París, Gounod centró su actividad compositiva en la ópera, con títulos como Safo (1851), Fausto (1859), su obra más conocida, Mireya (1864) y Romeo y Julieta (1867), que fue alternando con la creación de música sacra (Misa de santa Cecilia, de 1855).
El refinamiento y la inspiración de sus melodías, junto a la calidad de su escritura orquestal, hacen de sus obras las más apreciadas y representativas del repertorio francés antes de la aparición de Bizet y Massenet.
Con su tan importante producción teatral, el célebre dramaturgo William Shakespeare ha sido un decisivo proveedor de fuentes de inspiración para la confección de libretos de grandes óperas. Y que esto no llame demasiado la atención.
Siendo la ópera un género que también ha dado en llamarse “teatro musical” o “teatro cantado”, resulta absolutamente lógico que uno de los más sólidos pilares de la dramaturgia de todos los tiempos - como lo es Shakespeare - haya provocado una natural atracción para convertir sus obras en grandes páginas de la lírica.
Después de los grandes éxitos obtenidos con “Fausto”, la ópera de mayor renombre de Gounod, éste escribió ocho óperas más, de las cuales sólo dos - “Mireya” y “Romeo y Julieta” - fueron recibidas con mayor entusiasmo.
La idea de poner en música la más célebre de las tragedias de Shakespeare fue una idea que desde joven rondó en la mente de Charles Gounod, siendo decisivo para él haber escuchado la sinfonía dramática ”Romeo y Julieta” de Berlioz, en 1839.
Si en 1841 trazó los esbozos de una ópera en italiano, no sería sino hasta 1865 que Gounod se abocaría a un definitivo trabajo.
El libreto de “Romeo y Julieta”, que fue encomendado a Jules Barbiér y Michel Carré, conocidos colaboradores de Gounod, se concentró principalmente en el asunto amoroso de la trama de la tragedia shakespereana.
Este hecho vino a resaltar sus aspectos líricos por sobre otros elementos propiamente dramáticos.
El estreno de “Romeo y Julieta” tuvo lugar en el Teatro Lírico de París, el 27 de abril de 1867, con enorme éxito, debido en gran parte a la calidad de la soprano que interpretaba el rol de Julieta.
Ello le significó tener que representarse más de una centenar de veces consecutivas.
En 1888 la obra llegó al Teatro de la Opera de la capital francesa, con un elenco sobresaliente, que también trajo aparejado el éxito, con más de quinientas puestas en escena.
Ya que es de aceptación general que los apellidos Capuletos y Montescos, son sinónimos de rivalidad, poco se sabe del origen de la misma.
Baste decir al respecto que ese constante odio se fundamenta en el hecho de que una y otra familia es seguidora de los Gulfos y los Gibelinos, respectivamente.
Esas dos facciones ideológicas marcaron por mucho tiempo la convivencia en muchas ciudades italianas.
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