En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
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Arthur Schopenhauer (1788-1860)

jueves, 2 de abril de 2009

El virtuosismo de Paganini

El caso de Nicolò Paganini (1782-1840) no tuvo precedentes.

Hasta que él apareció, los violinistas habían sido criaturas serenas, agradables, algo retraídas, nunca superestrellas.

Sus grandes nombres eran Arcangelo Corelli, Francesco Geminiani, Gaetano Pugnani, Giuseppe Tartini, Pietro Locatelli y Antonio Vivaldi. Los grandes violinistas procedían de Italia.

También Paganini, pero con una diferencia. No sólo cambió completamente la concepción de la ejecución del instrumento y la evolución de la misma, sino que inició el virtuosismo propio del siglo 19, creando el concepto del artista como héroe, del virtuosismo por el virtuosismo en sí.

Espectacular y extravagante, increíblemente brillante, fue el primer supervirtuoso instrumental.

Cualquiera haya sido su pensamiento musical impuso su nivel de interpretación que no ha sido nunca igualado.

Paganini, de pronto ocupó una posición que hasta entonces estaba reservada exclusivamente a los grandes cantantes; no hace falta decir que sus remuneraciones estuvieron de acuerdo con esa posición.

Buena parte del éxito que tuvo Paganini, se debía a su nivel técnico, nunca antes alcanzado y difícil de imaginar inclusive hoy en día.

No existían antecedentes de los efectos que lograba: el “pizzicato” con ambas manos, los múltiples cambios de tonalidad, un uso distinto del arco, los solos en una cuerda…

Aparentemente, ya dominaba todo ello siendo un niño. En su juventud, Nicòlo practicó incesantemente. Luego ya no ensayó más, abría el estuche de su violín momentos antes del concierto.

El magnetismo de Nicòlo Paganini provenía también de su extraña personalidad, que producía un estremecimiento en el público cuando hacía su aparición sobre el escenario.

Su figura espectral y pálida le daba un aspecto lúgubre, muy propio de los románticos.

Cuando el joven Franz Liszt lo escuchó, fue una revelación. Liszt decidió hacer en el piano, lo que Paganini hacía con el violín.

Pero Liszt no fue el único deslumbrado por el virtuosismo de Paganini, también Robert Schumann se impresionó y adaptó una obra del compositor para el piano.

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