
Piotr Ilich Tchaikovsky nació en Votkinsk, Rusia, en 1840 y murió en San Petersburgo en 1893.
La música de Tchaikovsky, de carácter universal en lo que respecta a las influencias –entre ellas y en un lugar importante la del sinfonismo alemán–, no carece de elementos rusos y es ante todo profundamente expresiva y personal, nos revela la personalidad del autor, compleja y atormentada.
Aparentemente, los primeros pasos de Tchaikovsky en el mundo de la música no revelaban un talento especial ni para la interpretación ni para la creación.
Cuando el compositor tenía unos 30 años y luego de la composición, del célebre Concierto para piano y orquesta número 1, la música de Tchaikovsky empezó a adquirir un tono propio y característico, en ocasiones efectista y cada vez más dado a la melancolía.
Gracias al soporte económico que le brindaba una acaudalada mujer viuda, Nadejda von Meck –a la que paradójicamente nunca llegaría a conocer–, Tchaikovsky pudo dedicar, desde finales de la década de 1870, todo su tiempo a la composición.
El fruto de esa dedicación exclusiva fueron algunas de sus obras más hermosas y originales, entre las que sobresalen sus ballets “El lago de los cisnes”, “La cenicienta”, “La bella durmiente” y “Cascanueces”, sus óperas “Evgeny Oneguin” y “La dama de picas”, y las tres últimas de sus seis sinfonías.
La Sinfonía Nº 1 en Sol menor Op. 13, también conocida como sueño de invierno, haciendo referencia Tchaikovski a las características de las estepas rusas, donde viajo a pasar unos días con unos familiares durante el verano de 1866.
Sueño de Invierno fue estrenada en Moscú el 3 de febrero de 1868, bajo la dirección de Nikolai Rubinstein; su primer movimiento, también conocido como “Sueño durante un viaje de invierno” presenta como ya se escuchó, un profundo sentimiento.
En el segundo movimiento, el Adagio cantábile, se escucha una melodía elegiaca que desarrolla el clarinete.
Esta es una de las primeras obras del genial compositor ruso, pero donde ya se destacan sus dotes para la orquestación y la melodía, tenía 28 años cuando compuso esta Sinfonía, género musical derivado de la Suite y de la Sonata y del que sería uno de los mejores sinfonistas al lado de dos integrantes del “Grupo de los cinco”, Nikolai Rimski-Korsakov y Alexandre Borodín.
Según decía el genial compositor ruso Igor Stravinski, “los cinco magníficos y Tchaikovski fueron los dos focos que irradiaron la mejor música rusa, los primeros haciendo énfasis en el nacionalismo y Tchaikovski apoyado en su talento romántico, en el gusto por sus contemporáneos franceses y la técnica alemana depurada”.
Entre todos los grandes nombres rusos, con seguridad el de Tchaikovsky es el que alcanzó mayor popularidad a través de los años.
Tanto su talento indiscutido a la hora de crear melodías como su envidiable destreza en el manejo de la orquesta hicieron de él, quizás, el compositor “clásico” más querido y conocido por la gente a nivel mundial.
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