En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
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Arthur Schopenhauer (1788-1860)

jueves, 19 de febrero de 2009

El concierto para violín de Mendelssohn

En 1840 Mendelssohn fue convocado a la corte del nuevo rey de Prusia, federico Guillermo IV.

El rey deseaba que el patrocinio de las artes fuera una prioridad principal en su régimen y por lo tanto atrajo a Berlín a poetas, pintores, músicos e intelectuales.

La intención de Federico Guillermo era buena, pero era un soñador que tenía más ideas de las que jamás pudo poner en práctica.

Quería que Mendelssohn, por ejemplo, no solo estuviera a la cabeza del departamento de música de la Academia Real de las Artes, sino también que iniciara un nuevo conservatorio que fuera el centro de la vida musical alemana.

Los planes del rey para el nuevo conservatorio no llegaron a nada.
Mendelssohn había aportado con mucha fe una serie de ideas bien meditadas, pero el rey, había trasladado su entusiasmo a otros proyectos.

De aquella época data su Concierto para Violín en mi menor Op. 64, es una integración magistral de virtuosismo y musicalidad. 

Está lleno de líneas melódicas que brotan del violín aparentemente sin esfuerzo y sin embargo explota totalmente el potencial técnico del instrumento.

El final  de éste concierto en particular presenta un virtuosismo desenfadado y verdaderas melodías integradas en uno de los scherzos maravillosamente complicados de Mendelssohn.

Esta combinación de virtuosismo y lirismo la que ha hecho que el concierto sea apreciado por generaciones de violinistas y oyentes. 

La versión que pudimos apreciar hoy, estuvo a cargo del violinista Arthur Grumiaux, la Orquesta del Concertgebaw de Amsterdam, bajo la dirección de Bernard Haitink.

María Isabel Dávila

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